Según los expertos, la intensidad de la regresión tiene que ver con la artificialidad de las playas, su morfología, el oleaje y las estructuras de protección.

El Institut de Ciències del Mar (ICM) de Barcelona ha cuantificado la erosión de las playas de la ciudad durante las últimas dos décadas. Según los expertos, esta se debe a su artificialidad, morfología, el oleaje, el efecto de los temporales y la construcción de estructuras de protección tales como diques, que modifican la distribución natural del sedimento en las playas.
“Las playas de Barcelona apenas reciben aportes sedimentarios de forma natural y las pérdidas de sedimento causadas por el efecto del oleaje, especialmente durante los temporales, sólo pueden compensarse vertiendo arena traída de otros lugares, lo que ha provocado su regresión progresiva”, explica el investigador del ICM Jorge Guillén.
Veinte años monitorizando la costa
Este diagnóstico ha sido posible gracias al seguimiento exhaustivo que se ha hecho desde el Observatorio Costero del Instituto, que celebra ahora su 20 aniversario. Durante todos estos años, se han tomado imágenes de las playas de Barcelona cada hora, lo que ha permitido ahondar en el conocimiento de la dinámica sedimentaria y evaluar el impacto de las regeneraciones artificiales de arena y otras acciones antrópicas.
“El análisis de todas las imágenes ha permitido una mejora considerable en nuestro conocimiento del comportamiento de playas urbanas encajadas –es decir, aquellas que están limitadas por espigones- y nos ha permitido extraer herramientas para mejorar su gestión, pues las de Barcelona son playas cuyo tamaño permite considerarlas un laboratorio natural para la investigación científica, además de ser uno de los emblemas de la ciudad”, apunta la investigadora del ICM Ruth Durán, que forma parte del Observatorio.
Por su parte, el también integrante del Observatorio Òscar Chic, asegura que “durante estos años hemos generado una base de datos única y de calidad para el estudio de la morfodinámica costera y que servirá también a futuras generaciones de científicas y científicos para abordar temáticas diferentes que ahora ni siquiera imaginamos”.
Evolución de la línea de costa
Gracias a las imágenes tomadas desde el Observatorio Costero del ICM, los investigadores pueden averiguar la superficie emergida de playa, la rotación de la línea de costa –que se debe al ángulo de aproximación del oleaje-, la erosión causada por los temporales o el aumento de las superficies tras las regeneraciones artificiales, entre otros. Asimismo, todos estos datos se emplean para la verificación de los modelos de evolución de la línea de costa y en la evaluación de los efectos derivados del cambio climático a medio plazo.
“Esto es especialmente relevante en un momento en el que el aumento del nivel del mar derivado del calentamiento global y la cada vez mayor recurrencia e intensidad de los temporales amenazan con poner en jaque el futuro de nuestras playas”, expone Gonzalo Simarro, otro de los integrantes del Observatorio.
En este sentido, Simarro añade que “estos impactos ya se han empezado a percibir en Barcelona, aunque no son dominantes, y se verán agravados por la limitada anchura de las playas, por su escasa capacidad de adaptación debida a su componente urbano y por la ausencia de aportes sedimentarios naturales”.
Acuerdo con la administración
Ante este escenario, desde el año 2015 la información obtenida gracias al Observatorio se transfiere al ayuntamiento de Barcelona para la mejora de la gestión de las playas de la ciudad. Además, se ha creado un grupo de expertos del cual forman parte los integrantes del Observatorio Costero del ICM. Su tarea es la de debatir sobre aspectos como el cambio de usos en las playas, la adaptación progresiva a las nuevas condiciones, o la utilización de técnicas basadas en la naturaleza -como la ampliación de las zonas interiores de las playas- como sistemas preventivos para desarrollar estrategias de adaptación y asegurar así el futuro de las playas de la ciudad.