Noticias | 07 Abril 2021

Una mirada a los más pequeños del océano

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Conversamos con José Manuel Fortuño, el responsable del Servicio de Microscopía Electrónica y Óptica del ICM, para hablar de su experiencia en el Instituto y de cómo las nuevas tecnologías han permitido que la observación de los organismos más pequeños del océano sea cada vez más precisa.

José Manuel Fortuño entró a trabajar en el ICM hace más de 40 años / ICM-CSIC
José Manuel Fortuño entró a trabajar en el ICM hace más de 40 años / ICM-CSIC

José Manuel Fortuño entró a trabajar en el Institut de Ciències del Mar (ICM) hace más de 40 años, en el 1979. Los primeros años se los pasó analizando el contenido estomacal de larvas de peces con el microscopio electrónico y hoy es la persona del ICM que mejor conoce esta herramienta. De hecho, es el responsable del Servicio de Microscopía Electrónica y Óptica del Instituto y es por ello que el “A Fondo” del Boletín de este mes va dedicado a él y a su trabajo.

¿Qué es lo primero que haces al llegar al ICM?

Lo primero que hago es poner en marcha el microscopio electrónico, ya que antes de empezar a trabajar tiene que hacer el alto vacío para eliminar todas las moléculas de aire que puedan haber en el interior del aparato. Luego acabo de preparar las muestras que se tienen que observar ese día. A veces las observaciones las hago yo, pero otras las hacen los usuarios, a los que asesoro y ayudo ajustando los distintos parámetros del microscopio para que puedan ver todo lo que necesitan. Esto requiere estar al día de todo lo que tenga que ver con la microscopía, por lo que intento buscar y leer mucho sobre el tema en las revistas especializadas.

¿Cómo es y qué tipo de mantenimiento requiere un microscopio electrónico?

 En el ICM trabajamos con un Scanning Electron Microscope (SEM, por sus siglas en inglés), que proporciona imágenes como resultado del barrido de un fino haz de electrones sobre la superficie de una muestra.  Eso se consigue gracias a un filamento emisor de electrones y a una serie de lentes electromagnéticas y aperturas que dirigen el haz de electrones hacia la muestra. De todo este mecanismo se hace un mantenimiento anual, siempre y cuando antes no se observe una degradación de la imagen. También hay que tener en cuenta que el filamento tiene una duración limitada, y que cuando se cambia se debe limpiar toda la parte correspondiente al cañón que lo aloja. Esto es especialmente crítico, ya que una minúscula mota de polvo puede impedir, no solo alcanzar la máxima resolución del SEM, sino también realizar el trabajo.

¿Esto es todo?

No. Un SEM necesita también de un compresor, bombas rotatorias y un circulador de agua que también requieren mantenimiento. Asimismo, los equipos necesarios para la preparación de las muestras también requieren un mantenimiento regular, que es más frecuente en función de la degradación que se observa en los mismos. Por último, el SEM también se debe calibrar de forma regular, para lo que dispongo de patrones certificados.

¿Cuál es la característica más relevante del microscopio electrónico?

El SEM permite observar las muestras a escala micrométrica o nanométrica, y tiene mucha resolución y una gran profundidad de campo. Revela información del tamaño, la forma, composición y otras propiedades y características físicas y químicas de la muestra que se observa. Además, en el ICM disponemos de un sistema de microanálisis por rayos X que va acoplado al SEM y nos permite conocer la composición cualitativa y cuantitativa de las muestras observadas, ya sean orgánicas o inorgánicas, y de un sistema de crio-SEM para la observación de muestras líquidas o semilíquidas. Esto es, muestras congeladas cuya observación permite estudiar los microorganismos en su estado más natural, sin las interferencias o artefactos debidos a la fijación y posterior secado de los especímenes.

¿Para qué usa el personal investigador el Servicio de Microscopía Electrónica del Instituto?

Para el estudio de muestras biológicas de origen marino. En el ICM se estudian principalmente microorganismos que forman parte del plancton como bacterias, diatomeas, dinoflagelados o pequeños ciliados. No obstante, también se analizan muestras de cefalópodos (sepias, calamares y pulpos), crustáceos (gambas y cangrejos, entre otros), equinodermos, medusas y peces. Además, el SEM es esencial para el desarrollo de estudios relacionados con macro y microplásticos y para el análisis, por parte de los geólogos de la casa, de las partículas del sedimento marino.

¿También puede usar el Servicio gente de fuera?

El Servicio de Microscopía Electrónica está abierto a toda la comunidad científica y a las empresas. Son numerosos los grupos de investigación que lo usan, tanto del Instituto como de otros centros del CSIC, como el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), el Instituto de Química Avanzada de Cataluña (IQAC) o el Instituto de Productos Lácteos (IPLA). Asimismo, el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la UPC se sirve de este servicio para el desarrollo de su investigación. Algunos de estos grupos utilizan el SEM de forma regular durante meses, por lo que no me falta trabajo!

¿Todos los centros de investigación marina disponen de un servicio así?

No. De entre todos los centros marinos del CSIC, sólo el ICM y el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB) disponen de SEM, aunque el del CEAB es un equipo de sobremesa y presenta menos prestaciones. Por ello, podemos decir con certeza que nuestro servicio es único entre los institutos de ciencias marinas del Estado Español.

Habrás visto muchas cosas a través de las lentes del SEM… ¿Con qué imagen te quedas?

A lo largo de todos estos años he visto muchas cosas. En el servicio se han realizado descripciones de nuevas especies de algas cocolitoforales, diatomeas y dinoflagelados. También se describió por primera vez el espermatozoide de la gamba. Estas cosas son muy interesantes y gratificantes. En general, observar la complejidad de los microorganismos unicelulares de muy pocas micras te hace pensar en la complejidad de la vida y en lo mucho que desconocemos.

Hablando de conocer…¿Qué conocimientos se requieren para hacer tu trabajo?

En un instituto como el nuestro, creo que mi formación como biólogo es una ventaja. Me permite entender mejor que es lo que quieren observar los investigadores que usan el servicio y como conseguirlo. Ello también me ha permitido participar en proyectos y realizar publicaciones en base a las observaciones. Por otro lado, considero que se ha de ser constante y meticuloso en la realización de las tareas de mantenimiento para evitar el mal funcionamiento de los equipos y conseguir sacar el máximo rendimiento posible de los mismos. Por último, es importante buscar siempre la manera de mejorar los resultados, ya sea mejorando las características de los equipos u optimizando la preparación de las muestras. Uno no deja nunca de aprender.

No parece fácil hacer todo lo que haces. ¿Está suficientemente valorado?

Pues la verdad es que no. Los técnicos como yo somos una parte muy importante del sistema de investigación. Llevamos muchos años reclamando una carrera profesional técnica equivalente a la carrera científica, pero esto no existe en el CSIC. Llegas a un punto en el que no puedes aspirar a más y eso puede desmotivar a mucha gente. No existen ni quinquenios ni sexenios que reconozcan nuestro trabajo, como sí que pasa en la carrera científica. Desde mi punto de vista, aspiramos a un mayor reconocimiento, tanto en el ICM como dentro del CSIC. La dirección actual del ICM ha creado un grupo de trabajo para mejorar en estas cuestiones y conocer cuáles son nuestras preocupaciones, lo cual es un primer paso. No obstante, muchas cosas dependen de la política que tiene el CSIC en este aspecto, y esto no podemos cambiarlo desde aquí. Hay promesas que nunca pasan de esto…y esto, al final, desmotiva.