Noticias | 01 Julio 2022

Lisboa pone en marcha la década más decisiva para el océano (y para la especie humana)

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La semana pasada la capital portuguesa acogió a la UN Ocean Conference que, con más de 7.000 asistentes, buscaba impulsar un nuevo capítulo de acción mundial para proteger el planeta azul.

El ICM-CSIC formaba parte de la delegación española que asistió a la conferencia / ICM-CSIC.
El ICM-CSIC formaba parte de la delegación española que asistió a la conferencia / ICM-CSIC.

La semana pasada tuvo lugar en Lisboa (Portugal) la ‘UN Ocean Conference’ (UNOC22), una cita para celebrar la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible 2021-2030. Nadie se quiso perder el encuentro, cuyo objetivo principal era iniciar un nuevo capítulo de acción mundial para proteger el planeta azul.

El Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona formaba parte de la delegación de española, y acudió en representación del Ministerio de Ciencia e Innovación. Asimismo, también asistieron a la cita representantes de otros ministerios como el de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación o el Ministerio de Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.

Los grandes retos del océano

En total, pasaron por la conferencia más de 7.000 personas de casi 150 países en busca de soluciones innovadoras para una gestión más sostenible del océano. Las amenazas para la salud, la ecología, la economía y la gobernanza del océano protagonizaron gran parte de las sesiones, aunque también se habló de otros problemas como la acidificación y la contaminación oceánicas, la pesca ilegal o la pérdida de hábitats y biodiversidad.

No podía ser de otra forma, pues mares y océanos generan aproximadamente la mitad del oxígeno que respiramos y han absorbido gran parte del exceso de calor que hemos generado desde el inicio de la revolución industrial, lo que los convierte en nuestro mayor aliado para combatir la crisis climática.

António Guterres, el secretario general de las Naciones Unidas, se encargó de inaugurar la conferencia, y lo hizo declarando una “emergencia oceánica” que, alertaba, hay que dejar de lado lo antes posible, pues, decía, “no podemos tener un planeta sano sin tener un océano sano”. “Hay que cambiar la marea”, apostillaba.

"Quedan menos de 10 años para invertir la tendencia actual del océano”, advertía por su parte la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, que instó a la comunidad internacional a reforzar "urgentemente" las acciones para comprender y proteger mejor los océanos. Y es que, lamentaba, “el océano sigue estando en el punto ciego de la conciencia y las políticas públicas".

Por su parte, Valentí Sallarès, el recién nombrado director del ICM-CSIC, subrayaba que “los océanos son un ingrediente muy importante que regula el clima de la Tierra, además de una fuente ingente de recursos que hasta ahora hemos utilizado de forma irracional, con los riesgos que esto comporta”.

Vanessa Sarah Salvo, la responsable de Relaciones Internacionales del Instituto, que pudo presentar el Programa Ocean Cities Network en el side-event de la delegación española, subraya el hecho de que en las mesas de discusión se hiciera especial hincapié en la necesidad de colaboración entre actores de distintos sectores y disciplinas a la hora de buscar soluciones eficaces.  

Finalmente, Eve Galimany, investigadora del ICATMAR y del ICM-CSIC, celebra que la cumbre haya servido para poner la ciencia en el punto de mira y hacerle ver al mundo que esta es imprescindible para llevar a cabo una gestión más sostenible de los recursos que nos proporciona el océano y mejorar así la salud de los ecosistemas marinos.

Las claves de la cumbre

Las palabras más repetidas durante la UNOC22 fueron “colaboración internacional, multidisciplinar e intergeneracional”, “urgencia” y “no tenemos tiempo”. Y es que, de no actuar ya, probablemente, los arrecifes de coral habrán desaparecido antes de que acabe el siglo y ecosistemas costeros esenciales como los manglares o los humedales se seguirán degradando, entre muchas otras cosas.

En este sentido, algunos estados de pequeñas islas (más conocidos como SIDS, por sus siglas en inglés) que conservan aún sistemas prístinos, como Palau o la minúscula Tuvalu, alzaron la mano en Lisboa para denunciar la “destrucción masiva” y las pérdidas de vidas humanas que causan la subida del nivel del mar y la desaparición de la actividad pesquera.

La contaminación, en el punto de mira

La contaminación, en particular, por plástico, se situó en el punto de mira de prácticamente todas las sesiones celebradas durante la cumbre. Y es que, de seguir arrojando tantas toneladas de plástico al mar como hasta ahora –unas 8 cada año-, se estima que en el año 2050 habrá más plástico que peces en el mar.

En este sentido, la delegación española presentó varias de las acciones que se están llevado a cabo en España para minimizar el problema, entre las cuales figura un manifesto que se está gestando desde la Ocean Cities Network para reducir la contaminación. Esta red internacional de ciudades está coordinada por el ICM-CSIC i pretende impulsar unas ciudades oceánicas más sostenibles donde las decisiones políticas las sostengan los datos científicos.

Por último, hubo tiempo para celebrar que, tras 20 años de negociaciones, la Organización Mundial del Comercio ha llegado a un acuerdo con los estados miembros para cesar las subvenciones a las artes de pesca más destructivas e impactantes con el objetivo de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La acidificación, otro de los puntos calientes

Entre los hitos y acuerdos de la conferencia cabe destacar la adhesión de Estados Unidos a la International Alliance to Combat Ocean Acidification (OA Alliance, por sus siglas en inglés), una alianza internacional para proteger las comunidades costeras de la acidificación y otros impactos climáticos. En este sentido, el CSIC presentó qué se está haciendo desde la Plataforma Temática Interdisciplinar ‘Océanos’ para minimizar y combatir a la acidificación.

También se presentaron algunos instrumentos económicos que ya existen y están a disposición de los usuarios para hacer frente a esta y a otras amenazas oceánicas, como es el caso del fondo Problue del World Economic Forum. Asímismo, se pusieron sobre la mesa casos como el de la reserva marina “Hermandad”, en las Islas Galápagos, que desde el pasado mes de marzo cuenta con un 5,5% más de superficie protegida gestionada conjuntamente por Ecuador, Panamá, Colombia y Costa Rica.

Hitos de la conferencia

Con todo, la conferencia ha sentado las bases para consensuar el Tratado Internacional de los Océanos, un acuerdo para regular las aguas internacionales, la minería submarina y proteger, al menos, un 30% de los océanos para el año 2030. Este texto se negociará en Nueva York a finales del próximo mes de agosto

Estamos, como dice Guterres, ante una “emergencia oceánica”, y dada la estrecha relación entre nuestro futuro y el del océano, no podemos hacer otra cosa que luchar contra esta emergencia. “Our ocean, our future, our responsibility”, se puede leer en la declaración final de la conferencia, por lo que debemos volver a encontrarnos con este ecosistema que nos mantiene en vida y actuar para garantizar su salud. Solo así dispondremos de un planeta habitable durante muchos años más y, de paso, más equitativo.