Un informe de WWF en el que ha participado el ICM revela que, en la parte más occidental de la cuenca, las capturas de algunas de las especies más consumidas podrían duplicarse si se alcanza este nivel de protección.

En 2020, la Unión Europea (UE) presentó su Estrategia de Biodiversidad, un plan global que establece que al menos el 30% de los mares de la UE deben estar legalmente protegidos y adecuadamente gestionados para el año 2030. Sin embargo, en el Mediterráneo estamos muy lejos de alcanzar este objetivo, ya que hasta hoy solo se ha designado para su protección el 9,68% de su superficie, de la cual solamente el 1,27% está efectivamente protegida.
El nuevo informe de WWF “30 by 30: Scenarios to recover biodiversity and recover fish stocks in the Mediterranean”, realizado en colaboración con científicos del Institut de Ciències del Mar (ICM), el CNRS-CRIOBE francés y la Ecopath International Initiative, confirma que las poblaciones de peces del Mediterráneo, incluidas algunas de gran valor comercial, como las de merluzas o meros, podrían recuperarse con fuerza si el 30% de la cuenca estuviera efectivamente protegida.
Los resultados de este análisis científico ponen de relieve que las poblaciones de peces seguirán disminuyendo en los próximos años en el Mediterráneo si la pesca insostenible y otras actividades industriales continúan llevándose a cabo como hasta ahora.
Sin embargo, el informe confirma que, protegiendo efectivamente el 30% del Mediterráneo y gestionando de forma sostenible los recursos en el resto de la cuenca, estas mismas poblaciones de peces de gran valor comercial aumentarían y todo el ecosistema marino se recuperaría significativamente, beneficiando esto a los millones de personas que dependen de este. Por ejemplo, según el informe, las capturas potenciales de besugos podrían aumentar entre un 4 y un 20%, mientras que las de algunos de grandes peces demersales comerciales podrían incrementarse en conjunto hasta un 5%.
"Dar un giro a la trayectoria de degradación que venimos registrando en el Mediterráneo es fundamental para asegurar el suministro de recursos marinos y un sistema socioeconómico saludable. Asimismo, esto impulsaría la recuperación y protección de la biodiversidad mediterránea y los servicios que proveen los ecosistemas", expone la investigadora del ICM Marta Coll, que ha participado en la elaboración del estudio. A su juicio, “para ver efectos positivos, el primer paso es asegurarnos de que hay más áreas bajo protección".
En el Mediterráneo occidental, que es la parte de la que se disponen más datos, el análisis muestra importantes incrementos potenciales con una protección del 30%. Según el informe, en este escenario la biomasa de especies depredadoras como los tiburones podría aumentar hasta un 45%, mientras que en el caso de especies comerciales como los meros el incremento puede ser de hasta el 50% y la merluza podría incluso duplicar su biomasa. Incluso el atún rojo, la población más emblemática y de mayor valor comercial del Mediterráneo, incrementaría potencialmente su biomasa hasta en un 140%.
"Para conseguir efectos positivos, la gestión de los ecosistemas y recursos marinos tiene que ser eficaz. Esto implica dedicar muchos recursos a controlar la actividad pesquera y la salud de los recursos marinos, además de hacer cumplir las medidas establecidas", detalla Coll.
A finales de este 2021 se espera que los líderes mundiales adopten un nuevo Marco Global de Biodiversidad Post-2020 para detener y revertir la pérdida de biodiversidad, y más de 50 países han expresado ya su compromiso de proteger el 30% del planeta para 2030. Según WWF, este mismo compromiso debería ser transpuesto por los países mediterráneos en el marco regional de biodiversidad que se adoptará en diciembre en la COP22 del Convenio de Barcelona. Gracias a ello, los gobiernos mediterráneos podrán desarrollar rápidamente planes de acción regionales y nacionales más ambiciosos para lograr una protección efectiva del Mar Mediterráneo.
"Es importante entender que los organismos marinos están conectados a través de interacciones ecológicas y que la recuperación de algunas especies depredadoras comerciales vendrá acompañada de efectos para otras especies. Por ejemplo, si los depredadores se recuperan, los organismos comerciales más pequeños pueden disminuir. Por ello, es importante empezar a gestionar los ecosistemas, lo que implica identificar las compensaciones y sinergias entre especies y actividades, y tener en cuenta el cambio climático", advierte la investigadora.