Según un estudio en el que ha participado el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), la riqueza de especies se ha incrementado en más de un 60% en las dos últimas décadas.
Un nuevo estudio de la Nord University (Noruega) en el que ha participado Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona ha confirmado que las altas temperaturas en los mares árticos y subárticos –especialmente afectados por el calentamiento global– están promoviendo el asentamiento en estas aguas de especies que antes vivían en zonas más cálidas ubicadas más al sur.
Los detalles de la investigación se recogen en un artículo publicado recientemente en la revista PNAS. Para su elaboración se han analizado datos adquiridos durante más de 20.000 muestreos con redes de pesca de arrastre en los mares de Noruega y Barents entre los años 1994 y 2020.
“En el año 1994, en los mares de Noruega y Barents se capturaban, de media, unas 8 especies de peces en cada red, mientras que en 2020 la cifra ascendía a más de 13, lo que supone un incremento del 66%. Asimismo, los resultados del trabajo muestran aumentos, aunque menos importantes, en la riqueza de las áreas adyacentes”, explica el autor principal del estudio, Cesc Gordó-Vilaseca, de la Nord University.
Esto prueba que el calentamiento de las aguas derivado del cambio climático está llevando a una redistribución de las especies, no solo en las zonas más cálidas –mucho más estudiadas-, sino también en otras más frías como las zonas polares, que se están calentando a un ritmo mucho más acelerado que el resto del planeta.
Respuestas distintas al calentamiento
Por otro lado, el estudio muestra respuestas distintas de las especies al calentamiento. En este sentido, de las 193 especies incluidas, 71 de aguas relativamente cálidas son ahora más frecuentes en los mares del norte, mientras que 23 especies que antes eran más habituales en la zona de estudio ahora lo son menos.
No obstante, el trabajo muestra también la expansión de algunas especies árticas que sí que se estarían adaptando bien este aumento de las temperaturas. Así, entre las especies de aguas relativamente cálidas que aumentan figuran algunas de gran interés comercial, como el bacalao común (Gadus morhua). En cambio, según el estudio, la mayoría de las especies árticas que han disminuido no se pescan a gran escala, aunque pueden ejercer funciones ecológicas clave, como lo hace el bacalao ártico (Arctogadus glacialis).
“El cambio de frecuencia de las especies, a veces favorecidas por las altas temperaturas y otras no, podría conllevar una reconfiguración de las interacciones ecológicas y, por ende, podría ocasionar cambios en la estructura y funcionamiento de todo el ecosistema”, alerta Marta Coll, investigadora del ICM-CSIC y coautora del trabajo.
Estudios como este son esenciales, ya que pueden contribuir al diseño de estrategias de conservación y gestión más efectivas. Por ello, de cara a futuras investigaciones, está previsto ahondar en los cambios a nivel de todo el ecosistema que puede provocar el incremento de las temperaturas en las zonas polares. Asimismo, se analizarán los posibles efectos en la gestión pesquera y las medidas de protección que estos cambios puedan ocasionar.