El investigador del ICM nos explica por qué las playas de Barcelona tienen los días contados y qué soluciones podrían ayudar a revertir esta situación.

Hoy entrevistamos al Investigador del Institut de Ciències del Mar (ICM) Jorge Guillén, experto en el estudio de la morfodinámica de las zonas costeras. Geólogo de profesión, su investigación se centra en el seguimiento de la evolución, a corto y a medio plazo, del sedimento y las estructuras sedimentarias.
¿Cómo han cambiado las playas de Barcelona en los últimos años?
Su configuración ha cambiado de manera significativa. Las nuevas estructuras de protección, como son los diques y los espigones, han creado nuevas playas y han cambiado la forma de las existentes. En la actualidad, todas se ven afectadas por una pérdida progresiva de arena que es compensada solo parcialmente por las regeneraciones artificiales. Las pérdidas de superficie de playa emergida son muy variables, pero en Barcelona rondan los 500 m2/año en cada playa, lo que ha hecho que en los últimos 20 se haya depositado de manera artificial más de 1 millón de metros cúbicos de arena.
¿A qué se debe este retroceso?
El motivo fundamental es la ausencia de aportes naturales de arena que puedan equilibrar las pérdidas ocurridas durante los temporales. La intensidad de este desequilibrio depende de múltiples factores, como por ejemplo la orientación o el grado de protección de la playa. En concreto, la construcción de espigones en la costa lo que hace es disminuir la capacidad de transporte de arena de una playa a otra por el oleaje. Los diques exentos –aquellos que están separados de la costa-, en cambio, reducen el transporte transversal de sedimento y las pérdidas de arena durante los temporales.
¿De dónde viene la arena que se vierte artificialmente?
Procede de otras zonas de la costa catalana, bien de dragados de bocanas de puertos o de algunos yacimientos de arena. El problema es que la cantidad de arena disponible es muy escasa y su uso debe limitarse todo lo posible, tanto para evitar los perjuicios medioambientales que genera su extracción y vertido, como para mantener los yacimientos de arena como una reserva estratégica para situaciones excepcionales.
¿Qué otras soluciones podrían evitar que las playas sigan retrocediendo?
Las playas de Barcelona seguirán teniendo una tendencia erosiva que podría llevar a su desaparición en un plazo de tiempo relativamente corto si no se toman medidas. Para revertir esta situación debemos intentar que la tendencia erosiva sea lo más pequeña posible a partir de la optimización de todos los recursos disponibles, entre ellos los trasvases de arena y los sistemas de alerta temprana para evitar el impacto de los temporales. Asimismo, debemos ir incorporando a la playa zonas urbanas cuando sea posible y “fabricar” zonas inundables que limiten el riesgo y capten sedimento.
¿Qué está haciendo el Ayuntamiento de Barcelona para evitarlo?
Desde el Ayuntamiento se está haciendo un seguimiento exhaustivo de la evolución de las playas y de su estado medioambiental, tanto de la zona seca como de la parte sumergida, con el objetivo de aplicar medidas que ayuden a disminuir su vulnerabilidad. Además, se ha creado un grupo de expertos entre los cuales estamos varios investigadores del ICM para debatir sobre el futuro de las playas de Barcelona y plantear posibles soluciones o alternativas. Entre las propuestas hasta ahora figuran la ampliación de las zonas interiores de las playas o la puesta en marcha de sistemas preventivos para desarrollar estrategias de adaptación.
¿Qué consecuencias puede tener la ampliación de espigones como el de la playa de Sant Sebastià?
A pesar de que las playas de Barcelona son playas artificiales y altamente protegidas, el objetivo de ampliar los espigones es intentar reducir la pérdida de sedimento al máximo. Además de la playa de Sant Sebastià, algunos sectores de la playa de la Nova Marbella y de la Barceloneta son especialmente sensibles a la erosión, por lo que también se quiere reforzar la protección en estos puntos. Sin embargo, en el futuro, la subida del nivel del mar obligará probablemente a reforzar la mayor parte de las estructuras costeras.
¿Qué se está haciendo en otros sitios con dinámicas de playa parecidas?
Desgraciadamente, los problemas de erosión afectan a buena parte de las playas mundiales, debido tanto a procesos naturales como al cambio climático, y no hay soluciones milagrosas más allá de optimizar la gestión del sedimento, ampliar el espacio del dominio público marítimo-terrestre y reforzar las estructuras de protección. Debemos cambiar nuestra perspectiva y no imaginar las playas futuras tal y como las vemos ahora. Serán playas diferentes, seguro, pero nosotros podemos influir y determinar el tipo de costa que querremos. Desde el ICM estamos investigando los cambios a largo plazo que ocurrirán durante las próximas décadas, tanto en playas encajadas como abiertas, para poder mejorar su adaptación y resiliencia a las nuevas condiciones.
¿Qué papel juega el cambio climático en todo esto?
El mayor impacto en relación con la morfodinámica de las playas asociado al cambio climático lo produce la subida del nivel del mar y, en algunas zonas, el aumento de la intensidad de las tormentas. En ambos casos, la playa responde retrocediendo. Hasta ahora, la causa principal del retroceso de las playas ha sido la intervención humana, que ha hecho disminuir los aportes de sedimento y ha ocupado espacios que pertenecían a la playa. No obstante, en los próximos años, la subida del nivel del mar será la principal causa del retroceso de las playas.
¿Qué se puede hacer desde la ciudadanía?
Obviamente, todos podemos minimizar estos impactos: no es lo mismo que el nivel del mar haya subido 20 centímetros respecto al actual en el año 2100 a que lo haga 1 metro, las consecuencias serán radicalmente diferentes. Además, tenemos la oportunidad, aunque no lo hayamos elegido nosotros, de diseñar la costa que queremos en el futuro, y debemos hacerlo sin hipotecar a las futuras generaciones y pensando en soluciones que sean lo más sostenibles y respetuosas posible con la naturaleza.