Durante las últimas dos décadas se han realizado unas 350 salidas al mar, lo que ha permitido obtener una cantidad ingente de información sobre la abundancia, diversidad y función de los microorganismos marinos.

Este mes de marzo se cumplen 20 años desde que comenzó el muestreo mensual ininterrumpido del Observatorio Microbiano de la Bahía de Blanes (BBMO, por sus siglas en inglés). Se trata de una iniciativa de un grupo de científicos del Institut de Ciències del Mar (ICM) que se inició en 2001. Durante estos años, las investigadoras e investigadores que están involucrados han realizado unas 350 salidas para obtener muestras de agua y analizar la abundancia, diversidad y actividad de los microorganismos marinos de la bahía.
Esta colección de datos y muestras es muy valiosa, sobre todo por su duración. En el Mediterráneo solo lo supera la serie de datos oceanográficos del estartidense Josep Pascual, con casi 50 años de historia, y en todo el mundo hay contadas series temporales tan completas. El único momento en el que el BBMO dejó de recoger datos fue al comienzo del confinamiento total decretado por el gobierno para frenar la expansión de la Covid-19 el año pasado.
Otra característica que otorga valor al registro de Blanes es la cantidad de información sobre la comunidad microbiana que incluye. Los microorganismos marinos se consideran el reservorio más grande de diversidad de la biosfera. Aparte de ser relevantes por su abundancia, son importantes por la cantidad de reacciones bioquímicas en las que están involucrados.
"Es un gran éxito haber podido mantener el muestreo y el análisis de la bahía durante tanto tiempo, dado que la mayoría de los proyectos de investigación dan financiación durante solo 3 años", comenta el investigador del ICM y coordinador del muestreo en la Bahía de Blanes Josep M Gasol, que alerta de la necesidad de financiar a más largo plazo proyectos como este, destinados a estudiar la diversidad y función de los ecosistemas marinos en un momento de grandes cambios a escala global.
"El aumento de la temperatura del agua, la acidificación de los océanos o la llegada masiva de nutrientes de origen antropogénico pueden alterar la composición y la función de la comunidad microbiana, si bien para conocer sus efectos hay que planificar un seguimiento continuado que requiere de una infraestructura y compromiso de financiación a largo plazo, lo que no suele existir", lamenta Gasol.
Una ubicación privilegiada
Que el observatorio esté situado en la bahía de Blanes no es casualidad. Este fue precisamente el lugar que el pionero de la investigación ecológica y oceanográfica Ramon Margalef escogió para llevar a cabo los primeros estudios sobre microorganismos marinos, publicados hace más de 75 años.
Según los responsables del observatorio, lo que hace que los datos del BBMO sean únicos son la combinación de las metodologías biogeoquímicas, oceanográficas y los análisis moleculares de la diversidad y función del plancton microbiano. Además, durante estos años se han creado dos repositorios: uno de material genético y otro de cultivos puros que permiten analizar las tendencias y estudiar la evolución de los microorganismos marinos en estos 20 años.
En este sentido, se ha observado que, durante las dos últimas décadas, la cantidad de nutrientes en la bahía de Blanes ha ido disminuyendo, lo que puede estar relacionado con una mejor depuración de las aguas residuales urbanas. Como consecuencia, también ha disminuido la cantidad de microorganismos marinos, lo cual podría provocar cambios en las redes tróficas establecidas en este ecosistema.
En estos 20 años, se han publicado un centenar de artículos sobre los microorganismos marinos de la bahía de Blanes, algunos en revistas muy destacadas, lo que ha convertido este punto en un lugar de referencia internacional para los estudios de diversidad microbiana mediante herramientas moleculares.
"Que proyectos de investigación internacionales, como los realizados a bordo de los veleros Tara Oceans o Sorcerer II, este último del jefe del consorcio estadounidense que secuenció el genoma humano, Craig Venter, hayan incluido Blanes como uno de los puntos de muestreo en sus campañas para estudiar la comunidad microbiana marina, pone de manifiesto la relevancia de nuestro trabajo durante todos estos años", expone el investigador del ICM y también coordinador del muestreo Ramon Massana.
Por último, Massana añade que espera poder seguir muestreando en la bahía durante muchos años más “para hacer de este el lugar más emblemático del Mediterráneo donde se estudian unos organismos que, a pesar de ser invisibles a nuestros ojos, son extraordinariamente importantes para el mantenimiento de la salud de los ecosistemas marinos".