Noticias | 04 DICIEMBRE 2020

El impacto combinado de la presión ambiental y pesquera pone en jaque a la sardina y al boquerón en el norte del litoral catalán

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Un nuevo estudio coordinado por el ICM y el IEO revela las zonas del litoral español y francés donde hay una mayor superposición de las diferentes presiones.

La presión ambiental y pesquera amenazan el futuro de los pequeños pelágicos en el Mediterráneo / ICM-CSIC
La presión ambiental y pesquera amenazan el futuro de los pequeños pelágicos en el Mediterráneo / ICM-CSIC

La sardina (Sardina pilchardus) y el boquerón (Engraulis encrasicolus) son los peces más comercializados y consumidos en el noroeste del mar Mediterráneo, donde estas especies representan casi el 40% de las capturas de la región. En las últimas décadas, el impacto combinado de la pesca y el aumento de la temperatura del agua, que ha sido particularmente elevado en esta región del Mediterráneo, ha llevado al declive de sus poblaciones, llegando esto a comprometer la sostenibilidad de los stocks.

Esta es la principal conclusión de un estudio del Institut de Ciències del Mar (ICM), el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y la asociación Ecopath International Initiative (EII) publicado esta semana en la revista Science of the Total Environment. Según el trabajo, la zona del litoral español y francés donde el boquerón, y sobre todo la sardina, están sufriendo más es el norte del litoral catalán y el Golfo de León, donde se observa una fuerte superposición de la presión ambiental y pesquera sobre estas especies de pequeños pelágicos.

La sardina i el seitó són els peixos més comercialitzats i consumits al nord-oest del Mediterrani / ICM-CSIC
La sardina y el boquerón son los peces más comercializados y consumidos en el noroeste del Mediterráneo / ICM-CSIC

"La sardina y el boquerón son especies muy abundantes en el ecosistema, pero presentan fluctuaciones naturales de su abundancia debido a cambios ambientales. Esto, sumado a la presión pesquera en aquellos momentos en los que las condiciones ambientales no son favorables, puede llevar a sus poblaciones al colapso", alertan los investigadores del ICM y coautores del estudio Francisco Ramírez y Marta Albó.

En este sentido, Marta Albó añade que "además, el aumento de la temperatura derivado del cambio climático afecta mucho a especies como la sardina, que tiene especialmente preferencia por las aguas más frías. Por ello, creemos que, en aquellas áreas donde el impacto ambiental es mayor, debería disminuir el impacto de la pesca".

Para la elaboración del estudio, los investigadores combinaron información y datos sobre la abundancia de boquerones y sardinas en el Mediterráneo occidental, los parámetros ambientales que determinan esta abundancia y la presión pesquera a la que están sujetas estas poblaciones.

"Conocer cómo se distribuyen en el espacio las causas del declive de los pequeños pelágicos puede ayudar a mejorar la gestión de estos stocks de pesca", asegura el investigador Francisco Ramírez. A su juicio, "para revertir la situación actual se necesitan una serie de medidas de gestión basadas en la redistribución y la disminución de la presión pesquera en aquellas áreas que han experimentado un mayor impacto ambiental".

"No se trata de suprimir la pesca, sino de optimizarla, es decir, de regularla y desplazarla, para asegurar la conservación de los recursos", detalla la investigadora del ICM-CSIC y coautora del trabajo Marta Coll, que añade que, para garantizar la sostenibilidad de las pesquerías, "el primer paso es mejorar el estado de conservación del medio marino y minimizar el impacto económico y social que pueden tener las medidas de gestión".

Mantener las poblaciones en espacios operativos seguros

El objetivo es aliviar la presión en las áreas donde los cambios ambientales han sido más profundos y garantizar que se mantienen como el que se conoce como espacios operativos seguros (SOS, por sus siglas en inglés), áreas teóricas donde los sistemas y las poblaciones se mantienen en buenas condiciones para su conservación y explotación.

El concepto del SOS apareció por primera vez en 2009 para identificar a los incrementos de temperatura o niveles de contaminación, entre otros impactos, que no se deben superar para preservar los ecosistemas naturales. Ahora se ha adaptado para orientar la gestión de los ecosistemas afectados por el cambio climático, entre los que se encuentran los sistemas marinos y las pesquerías asociadas.

Según M. Grazia Pennino y Jose Maria Bellido, investigadores del IEO y coautores del estudio, "mantener los pequeños pelágicos dentro estos SOS es clave para aumentar su resiliencia ante la crisis climática, es decir, su capacidad de resistencia al cambio y de recuperación". Esto, dicen, "permitiría actuar localmente para mitigar los efectos del cambio climático, lo cual parece, a corto y medio plazo, más factible que reducir internacionalmente las emisiones de gases de efecto invernadero".

En este sentido, Ramírez lamenta que "ni en el mejor y menos realista de los escenarios posibles podemos esperar que la actual tendencia de incremento de la temperatura de nuestros océanos se detendrá o se revertirá. Por lo tanto, debemos intentar minimizar este aumento e intentar mitigar sus efectos, por ejemplo, mediante el establecimiento de los SOS".

Esta investigación forma parte de los proyectos PELWEB y PELCAT, dirigidos a la investigación y gestión de los stocks de pequeños pelágicos en el Mediterráneo. Adicionalmente, los autores del estudio están inmersos en el proyecto europeo TRIATLAS, que busca favorecer la gestión sostenible de las actividades humanas que afectan a los ecosistemas marinos del Atlántico.

En el marco de esta iniciativa, los investigadores utilizarán esta misma metodología que les ha permitido saber en qué áreas del litoral español y francés se produce una superposición de las diferentes presiones sobre los pequeños pelágicos para estudiar el estado de conservación de otras áreas de especial interés pesquero en el centro y el sur del Atlántico.