Es la conclusión principal de un estudio liderado por el ICM-CSIC y el AZTI que analiza los cambios en la composición de las capturas y los ingresos de las mismas en los últimos 20 años.
Un nuevo estudio liderado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) en colaboración con el Centro de Investigación Marina y Alimentaria AZTI ha revelado cambios significativos en la composición de las capturas y los ingresos pesqueros en la costa catalana en los últimos 20 años. Según el trabajo, estos cambios estarían relacionados con el aumento de la temperatura del agua en el Mediterráneo, que oscila entre 0,3 y los 0,8°C por década, alcanzando en algunos años máximas de hasta 2,5°C por encima de la media histórica.
La investigación, publicada en la prestigiosa revista Global Change Biology, muestra un aumento en la contribución relativa de especies de aguas cálidas (tropicalización) y una disminución de especies de aguas frías (deborealización), tanto en la cantidad capturada como en los ingresos generados por la pesca. Estos cambios están afectando de manera diferenciada a las flotas y a las especies comerciales clave en la región.
"Combinar datos ecológicos y económicos nos permite tener una visión más completa de cómo el calentamiento del mar Mediterráneo está afectando al sector pesquero, con importantes implicaciones para la gestión y la adaptación del sector ", explica Lucía Espasandín (ICM-CSIC), la autora principal del estudio.
Diferencias entre flotas y especies
El estudio destaca que las flotas que operan en hábitats pelágicos, como los palangreros de superficie, han sido las más afectadas por la disminución de especies de aguas frías, lo que podría suponer una mayor vulnerabilidad y pérdidas económicas al depender de pocas especies objetivo. Por otro lado, las flotas de arrastre, que operan en fondos marinos, han experimentado un aumento en especies de aguas cálidas tanto en capturas como en ingresos, lo que podría traducirse en una mayor capacidad de adaptación y nuevas oportunidades para el sector.
Entre las especies de alto valor comercial, la merluza (Merluccius merluccius), la bacaladilla (Micromesistius poutassou) y la cigala (Nephrops norvegicus) han registrado una disminución tanto en capturas como en ingresos, lo que indica que están sujetas a una doble amenaza: el cambio climático y la presión pesquera.
Casos especiales: la sardina y el pulpo
Según el trabajo, dos especies, la sardina (Sardina pilchardus) y el pulpo (Octopus vulgaris), mostraron una tendencia singular: a pesar de que su captura ha disminuido, sus ingresos han aumentado. Esto pone sobre la mesa que la relación entre capturas e ingresos no es lineal, ya que los precios pueden fluctuar según la demanda y las condiciones del mercado.
Por último, el estudio subraya la importancia de considerar la dimensión espacial en la investigación pesquera. Al analizar los datos por puertos a lo largo de la costa catalana, los investigadores identificaron diferencias significativas en los patrones de cambio que habrían pasado desapercibidos en un análisis más generalizado.
"Este trabajo no solo nos permite entender mejor los efectos del cambio climático en la pesca, sino que también puede ayudar a identificar la capacidad de adaptación o la fragilidad de flotas específicas y establecer prioridades para la gestión pesquera en el Mediterráneo", concluye Espasandín.