Noticias | 25 Junio 2025

Diversidad LGBTQIA+ en el ICM: una radiografía participativa hacia la inclusión

Share

En este “A Fondo” hablamos de la situación del colectivo LGBTQIA+ en el ICM, los principales retos y algunas de las iniciativas de referencia para lograr la inclusión total.

A pesar del reciente esfuerzo, en muchos centros de investigación del Estado español todavía faltan datos y diagnósticos reales sobre las experiencias del colectivo LGBTQIA+ / ICM-CSIC.
A pesar del reciente esfuerzo, en muchos centros de investigación del Estado español todavía faltan datos y diagnósticos reales sobre las experiencias del colectivo LGBTQIA+ / ICM-CSIC.

La diversidad sexual y de género sigue siendo una de las grandes invisibles en el mundo científico. Aunque en los últimos años se han dado avances hacia entornos laborales más inclusivos, en muchos centros de investigación en España aún faltan datos y diagnósticos reales sobre las experiencias del colectivo LGBTQIA+. Esta falta de información no solo dificulta el diseño de políticas efectivas, sino que perpetúa barreras que afectan al bienestar y al desarrollo profesional de muchas personas.

En este contexto, desde el Institut de Ciències del Mar (ICM) dimos un primer paso con un seminario y taller participativo celebrado el pasado 27 de marzo, centrado en analizar la situación del colectivo LGBTQIA+ en nuestro centro. La actividad, liderada por Xabier López-Alforja (miembro del grupo de Igualdad y Diversidad y de ICM Young Researchers), sirvió para conocer de primera mano los retos actuales, presentar iniciativas de referencia como las de la asociación PRISMA – pionera en Europa en el impulso de la diversidad en ciencia – y, sobre todo, para abrir un espacio seguro de reflexión colectiva.

¿Cómo se percibe la diversidad en el ICM?

El encuentro reunió a unas 40 personas, en su mayoría jóvenes investigadoras (ECRs), con una edad media de 28 años y perfiles diversos: personal predoctoral, técnico y estudiantes de grado y máster. A través de un formulario anónimo, recogimos percepciones sobre la inclusión del colectivo en el ICM. Aunque somos conscientes de que este primer diagnóstico tiene un sesgo generacional –las personas más jóvenes tienden a identificarse más abiertamente como parte del colectivo1– los datos permiten una primera fotografía de nuestras dinámicas internas.

De las personas participantes, un 45 % se identificó como LGBTQIA+, con una mayoría que se definió como bisexual (20 %), seguida de personas lesbianas (10 %) y gais (7,5 %). También se visibilizaron identidades como la asexualidad, la transexualidad o quienes están en proceso de exploración. Estos datos reflejan que la diversidad ya existe en nuestros pasillos, aunque no siempre esté suficientemente visibilizada.

Ahora bien, ¿cómo se sienten las personas del colectivo dentro del ICM? ¿Perciben el entorno como seguro y respetuoso? ¿Está el ICM preparado para responder las preocupaciones del colectivo? Aunque la mayoría valoró positivamente el clima del centro, un 55 % confesó haber ocultado su identidad en algún momento por temor a posibles consecuencias. Esta situación de invisibilidad forzada puede tener un impacto negativo en la salud mental (mayores niveles de ansiedad, depresión, agotamiento emocional...) y en el desarrollo profesional, como ya recogen numerosos estudios.

Discriminaciones sutiles… y no tanto

El diagnóstico también exploró la percepción de seguridad y la existencia de actitudes discriminatorias. Si bien un 70 % no reportó haber vivido ni presenciado situaciones de discriminación, un 25 % sí afirmó haber sido testigo de comentarios o actitudes LGBTQIA+fóbicas, y un 5 % dijo haberlas sufrido directamente. Las microagresiones más comunes se relacionaron con comentarios despectivos o el uso incorrecto de pronombres, en muchos casos por parte de personas con cargos superiores. También se compartieron testimonios sobre relaciones tensas entre doctorandas/os y sus IPs en relación con la identidad sexual o de género.

A esto se suma un dato preocupante: más del 80 % de las personas encuestadas dijeron no conocer los protocolos del ICM frente a la discriminación, y un 62,5 % no sabría a quién acudir en caso de acoso. Este preocupante desconocimiento contrasta con las obligaciones legales que establece el reciente Real Decreto 1026/20246, que exige a los centros públicos medidas específicas para garantizar la igualdad y proteger frente a la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género. Este decreto establece como prioritario la creación de un protocolo obligatorio contra el acoso por razón de LGBTQIA+fobia, con pasos claros de denuncia y resolución, con aplicabilidad a todo el personal. 

¿Qué nota pone el colectivo al ICM?

A través de una escala de 0 a 10, las personas participantes valoraron distintos aspectos del compromiso del ICM con la diversidad. El resultado general fue positivo: el centro fue percibido como un lugar donde se puede ser abiertamente LGBTQIA+ (7,5/10) y donde existe una sensación general de seguridad (7,4/10).

Sin embargo, en áreas más concretas, las valoraciones bajaron: el uso de lenguaje inclusivo, la existencia de protocolos accesibles, los recursos de apoyo o las políticas de contratación inclusiva apenas llegaron al aprobado (5/10). Las instalaciones y procedimientos trans-inclusivos, en particular, fueron los peor valorados (3,5/10), señalando carencias como la falta de baños neutros, mecanismos efectivos de denuncia o procesos administrativos adaptados. Además, las políticas de contratación y promoción no fueron consideradas suficientemente inclusivas para garantizar la igualdad de oportunidades a las personas del colectivo (5,4/10), al contrario de lo que especifica el articulo 8.3 del Real Decreto 1026/2024, el cual pone especial atención a las personas trans, un colectivo en situación de vulnerabilidad.

De las ideas a las propuestas

Durante la segunda parte del seminario, en formato taller, se debatieron propuestas para avanzar hacia un ICM más inclusivo. Utilizando como marco el decálogo de la asociación PRISMA, se identificaron tres líneas prioritarias:

  1. Protección: creación de un protocolo específico contra la LGTBIfobia, con vías claras de denuncia y seguimiento, y la figura de una persona mediadora especializada.

  2. Formación: organización de charlastalleres con expertas/os del colectivo, formación obligatoria para responsables de grupo y personal directivo, y difusión de buenas prácticas.

  3. Visibilidad: actividades durante el Mes del Orgullo, uso de lenguaje inclusivo en comunicaciones institucionales, visibilización de pronombres y representación del colectivo en redes y canales internos.

Algunas de estas medidas ya están en marcha. El Grupo de Igualdad y Diversidad del ICM trabaja actualmente en un plan de acción específico, y se han realizado colaboraciones con entidades como el Museu Marítim de Barcelona y PRISMA. Sin embargo, los resultados del diagnóstico muestran que aún queda camino por recorrer para que la inclusión LGBTQIA+ sea una realidad estructural, y no solo una buena intención.

Hacia una ciencia que no deje a nadie atrás

El ICM-CSIC ya cuenta con una base sólida: un entorno percibido como mayoritariamente seguro, una comunidad con voluntad de cambio y un grupo de trabajo comprometido. Ahora, el reto es transformar esa voluntad en medidas concretas, evaluables y sostenidas en el tiempo.

Apostar por una ciencia más inclusiva no es solo un acto de justicia social, sino también una condición imprescindible para crear entornos de trabajo sanos, creativos y sostenibles. Las voces recogidas en este ejercicio participativo nos recuerdan que la diversidad y el deseo de cambio están aquí. Escucharla y actuar en consecuencia es, sin duda, la mejor manera de construir el futuro que queremos para nuestra ciencia.