Noticias | 18 DICIEMBRE 2018

Andrea Bravo, joven investigadora del ICM, recibe el premio Raymond L. Lindeman 2019

Share

Andrea García Bravo, joven investigadora del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, ha sido galardonada con el premio Raymond L. Lindeman 2019 de la ASLO (Association for the Sciences of Limnology and Oceanography), por su trabajo sobre el ciclo biogeoquímico del mercurio en lagos. El estudio lo realizó en lagos boreales de Suecia mientras estaba en la Universidad de Uppsala.

Toma de muestras en un lago boreal. En la imgen, Andrea G.Bravo. / Imagen: Andrea Bravo - ICM-CSIC

Andrea García Bravo, joven investigadora del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, ha sido galardonada con el premio Raymond L. Lindeman 2019 de la ASLO (Association for the Sciences of Limnology and Oceanography), por su trabajo sobre el ciclo biogeoquímico del mercurio en lagos. El estudio lo realizó en lagos boreales de Suecia mientras estaba en la Universidad de Uppsala.

El jurado de ASLO reconoce la investigación de Bravo porque cambia la visión tradicional del ciclo del mercurio al demostrar el papel de la composición de la materia orgánica en la actividad bacteriana y, en última instancia, en las tasas de formación de su forma más tóxica, el metilmercurio, en los lagos boreales. "Su trabajo logra lo que debe ser una contribución científica fundamental", dice Brian Branfireum de la Western University. "Ha desafiado un paradigma y clarifica el papel de la cuenca en la llegada de mercurio a las cadena alimentaria acuática".

El presidente de ASLO, Michael Pace, añade que el trabajo de Andrea Bravo mejora la comprensión de la formación y concentración de esta forma altamente tóxica del mercurio.

El trabajo fue también innovador al aplicar, por vez primera, una técnica de gran precisión (pirólisis con cromatografía de gases y espectrometría de masas) para detectar e identificar el origen de la materia orgánica y del metilmercurio. Con esta técnica, se pudo demostrar que la materia orgánica trasportada desde los suelos boreales a los lagos, es también una fuente importante de metilmercurio.

Actualmente, Andrea García Bravo (Madrid, 1982) es investigadora becada por el programa “Marie Sklodowska-Curie” de la Comisión Europea, y trabaja en el Departamento de Biologia Marina y Oceanografía del ICM-CSIC.

El galardón se entrega anualmente al mejor artículo a nivel mundial de un investigador joven en el campo de la Limnología y la Oceanografía. El premio se concede desde 1987 en memoria del científico Raymond L. Lindeman, creador de la teoría moderna de los ecosistemas y fallecido en 1942 a los 27 años, cuando su carrera apenas despuntaba.

 

El ciclo del mercurio

Todas las formas de mercurio son neurotóxicas, pero el mercurio en su forma metilada (metilmercurio) es el que más preocupa por su capacidad de acumularse en los seres vivos y, por tanto, en la cadena trófica.

Se sabe que algunos microorganismos, al procesar materia orgánica, transforman el mercurio presente en metilmercurio. Esos microorganismos se hallan en suelos húmedos, humedales, en los sedimentos del fondo de lagos, ríos… Sin embargo, apenas se sabe nada sobre qué condiciones favorecen el proceso.

En el estudio galardonado de Andrea G. Bravo, se analizó la materia orgánica del fondo de los lagos boreales para identificar su origen y su influencia en la formación de metilmercurio. Los resultados permitieron determinar que la presencia de fitoplancton muerto en los sedimentos favorece el crecimiento de estos microorganismos.  En presencia de materia orgánica derivada de fitoplancton, los microorganismos aumentan su actividad y, como consecuencia, también aumenta producción de metilmercurio.

No obstante, una gran parte de metilmercurio que se encuentra en los lagos también se produce en la cuenca hidrográfica de los lagos. Especialmente en el suelo de los bosques boreales que rodean los lagos, donde hay microorganismos (bacterias y archaes) que metabolizan materia orgánica, como hojas y plantas en descomposición. En los países del norte de Europa abundan los bosques húmedos, en los que se dan condiciones que favorecen la formación de metilmercurio.

“Más del 70% del mercurio atmosférico está originado por la contaminación humana”, explica Andrea García Bravo. Durante la época industrial, la quema masiva de combustibles fósiles y la elevada producción de materias como el cemento, han liberado mucho mercurio a la atmosfera.

“Una vez en la atmosfera, los gases se desplazan hacia el norte, donde las masas de aire  se enfrían, descienden y depositan el mercurio en los suelos de la zonas boreales”, explica esta investigadora. “Los bosques boreales del norte de Europa acumulan el mercurio de más e 200 años de contaminación industrial”.

En Suecia, por ejemplo, donde se ha analizado en detalle el problema, más de la mitad de los lagos contienen peces con niveles de mercurio que sobrepasan los límites permitidos. En España, añade Andrea García Bravo “queda todavía mucho por hacer para remediar la situación, y la falta de conocimiento sobre los niveles de mercurio en los ríos, lagos o suelos húmedos, dificulta la decisión de posibles actuaciones”.

Actualmente, Bravo trabaja para trasladar este conocimiento al océano y seguir completando el ciclo del mercurio. En concreto, está analizando secuencias de genes de microorganismos marinos implicados en el metabolismo del mercurio, microorganismos que fueron recogidos en la Expedición Malaspina.

 

Trabajo galardonado:
Bravo, A.G., Bouchet, S., Tolu, J., Björn, E., Mateos-Rivera, A., & S. Bertilsson. 2017. Molecular composition of organic matter controls methylmercury formation in boreal lakes. Nature Communications 8:e14255 doi:10.1038/ncomms14255