Noticias | 08 Noviembre 2022

El ICM impulsará el estudio del ciclo del azufre marino, con efectos climáticos importantes

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Las formas orgánicas de este compuesto desempeñan un papel clave en las redes planctónicas marinas y son una pieza importante de los modelos que se utilizan para para predecir el clima de la Tierra.

La imagen muestra la concentración de algas microscópicas (tonos azulados y verdosos) siguiendo las formas de las corrientes superficiales en el Atlántico Sur, así como las nubes marinas, cuya formación es impulsada por las emisiones de gases producidos por el plancton / NASA.
La imagen muestra la concentración de algas microscópicas (tonos azulados y verdosos) siguiendo las formas de las corrientes superficiales en el Atlántico Sur, así como las nubes marinas, cuya formación es impulsada por las emisiones de gases producidos por el plancton / NASA.

Investigadores del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), junto con expertas y expertos de otros trece países de todo el mundo, impulsarán, durante los próximos cuatro años, el estudio del ciclo del azufre marino, un elemento clave tanto para la vida marina como terrestre.

El objetivo principal del grupo, bautizado como DMS-PRO, es ahondar en las transformaciones biológicas y fisicoquímicas de una familia de sustancias que contienen azufre y pueden tener un impacto relevante en el clima presente y futuro. Entre estas sustancias se encuentran gases como el dimetilsulfuro (DMS), que el océano emite en grandes cantidades a la atmósfera, y el metanotiol.

“Estos gases son muy reactivos, y una vez emitidos a la atmósfera se oxidan rápidamente y forman partículas microscópicas que, a su vez, pueden captar vapor de agua y contribuir a la formación de nubes. Tanto los aerosoles naturales marinos como las nubes reflejan la radiación solar, de forma que refrigeran el planeta”, explica el investigador del ICM-CSIC Martí Galí, uno de los impulsores del proyecto.

El DMS-PRO recogerá en una nueva base de datos las medidas disponibles de estas sustancias, poniendo el foco en las tasas de producción y consumo por parte de los microorganismos marinos. Además, creará una serie de protocolos estandarizados de adquisición y análisis de datos que servirán para formar a las nuevas generaciones de expertos en este ámbito.

Asimismo, se priorizará el diseño de herramientas informáticas, haciendo accesible este campo de investigación a las investigadoras e investigadores de países en desarrollo que tienen un acceso más limitado a infraestructuras de investigación oceanográfica como pueden ser los buques oceanográficos o los aparatos de medida más sofisticados.

El papel del azufre en el océano

Las formas orgánicas del azufre desempeñan un papel clave en las redes planctónicas marinas, donde canalizan grandes flujos de materia y energía entre las algas microscópicas, las bacterias y sus depredadores. Además, estas formas actúan a menudo como señales químicas entre microorganismos, y les permiten, entre otras cosas, capturar a sus presas o establecer relaciones de simbiosis o parasitismo.

El compuesto que se produce en mayor cantidad, y que destaca por la variedad de funciones que se le atribuyen, es el dimetilsulfoniopropionato (DMSP). Su descomposición inicia una cascada de transformaciones que generan varios subproductos. Entre ellos se encuentran dos gases que dan al aire marino su olor característico: el dimetilsulfuro (DMS) y el metanotiol (MeSH). A altas concentraciones, muchas personas identificarían estos gases con el olor a marisco y a col podrida, respectivamente.

Pese a su importancia, en la actualidad, no existen protocolos estandarizados para la determinación de las transformaciones biológicas y fisicoquímicas de estas substancias, y tampoco una base de datos de libre acceso en la que consten los datos adquiridos hasta ahora.

“Este proyecto nos permitirá abarcar esta problemática desde una perspectiva interdisciplinaria, con lo que podremos obtener una visión global del ciclo del azufre. Nuestro objetivo es que los productos del grupo de trabajo DMS-PRO hagan posible una mejor evaluación del rol de estos compuestos en el sistema oceánico y atmosférico, tanto presente como futuro”, detalla en este sentido Daniela del Valle, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) de Mar del Plata (Argentina), que colidera el proyecto.

Con todo, el proyecto contribuirá a la mejora de los modelos de predicción de la distribución y emisión del azufre oceánico. Estos son, a su vez, una pieza importante de los modelos que se utilizan para para predecir el clima de la Tierra en diversos escenarios de cambio global y que constituyen la base científica de los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).